¡Como si fuera tan fácil dejarle al tiempo la difícil tarea de poner en acción el futuro que nuestro hábil cerebro imaginó con cuidado y detalladamente! ¿A caso no saben que el azar, por más buena intención que tenga, a veces - muchas veces- hace justamente todo lo contrario?
Dejar el cuerpo y dejar de sentir
y dejar de pensarnos también.
Y no ser nada.
Y así dejar de ser yo, de ser mí,
de ser siempre aquél que es el que es.
Y no ser nada.
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